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Abrazando el Llamado de Dios: La Importancia de los Espacios Sagrados y la Comunidad en Jeremías 29:6

Jeremías 29:6 habla sobre el pueblo de Dios tomando esposas y teniendo hijos, dando a sus hijos en matrimonio, multiplicándose y no disminuyendo. El capítulo continúa animando al pueblo de Dios a buscar el bienestar de la ciudad a la que Él los ha enviado, orando al Señor por ella, porque en su bienestar encontrarán el suyo propio.


Últimamente me ha impactado el énfasis que Dios pone en los lugares donde ha colocado a su pueblo. Este pasaje de Jeremías y las Escrituras en general indican que no fuimos nosotros quienes nos colocamos en nuestros espacios. El hecho de que Dios me haya colocado en un lugar le da una importancia especial en mi mente y corazón. El plan de Dios para nuestras vidas se desarrollará en el lugar donde Él nos ha puesto. Esto ha fomentado en mí un corazón agradecido. En lugar de ser insensible, me siento más agradecido por las personas, los paisajes, los sonidos, la actividad, los edificios y las estructuras únicas del lugar donde nos reunimos semanalmente como pueblo de Dios. Pienso con cariño en los momentos en que he podido reunirme con las personas especiales que Dios ha puesto en mi vida, en la casa de adoración particular a la que Él me ha llamado.


En segundo lugar, al considerar nuestro lugar de adoración, me ha impactado el hecho de que Dios otorga una importancia particular al lugar al que nos ha llamado, porque es ahí donde iniciaremos algunos de nuestros actos más profundos de adoración y obediencia como seres humanos en relación de pacto con Dios. Nuestra casa de adoración es el lugar de confirmaciones y bautismos, matrimonios y funerales, donde partimos el pan juntos y recibimos el cuerpo y la sangre de Cristo. Verdaderamente, caminamos sobre suelo sagrado cuando entramos en el lugar de algunas de nuestras interacciones más sagradas con Dios y con los demás a lo largo del año.


Finalmente, me impacta la importancia que percibo en las Escrituras respecto al área que rodea el dominio principal del pueblo de Dios: el área que rodea nuestras casas, iglesias y países. Su bienestar es nuestro bienestar. Qué gran incentivo para salir y buscar la bendición de quienes nos rodean en nuestros vecindarios. Siendo una persona algo introvertida y reservada por naturaleza, esta reflexión ha impactado mi propio deseo de cultivar relaciones con vecinos y comerciantes que rodean mi residencia personal. En cuanto al vecindario que rodea mi iglesia, salir de mi zona de confort e interactuar con aquellos que antes eran extraños me ha llevado a descubrimientos sorprendentes y crecimiento personal, así como a conexiones más profundas e ideas sobre la experiencia de vida de los demás; aquellos que siempre estuvieron cerca, pero fuera de vista y mente, antes de hacer el esfuerzo por conectar.



Por lo tanto, a la luz de las Escrituras, al encontrarnos como pueblo de Dios en los espacios sagrados a los que Él nos ha llevado, una de las bendiciones que tenemos es la de ser llamados a administrar fielmente el lugar sagrado donde, con la ayuda de Dios, ocurrirán ahora y en el futuro algunos de los actos más santos e íntimos de comunión humana con lo divino, para esta generación y las venideras.

 
 
 

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