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Ora por la ciudad donde estás plantado: Encontrando esperanza en el exilio

By Fr. Wajid


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Como seguidores de Jesucristo, sabemos que la oración es el alma de nuestra fe: una conexión sagrada con Dios que alinea nuestro corazón con Su voluntad. La Escritura nos enseña a orar en todo momento, no solo por nosotros mismos, sino también por nuestros amigos, vecinos, líderes e incluso por nuestros enemigos. Al orar por nuestras ciudades, comunidades y por quienes nos rodean, invitamos la presencia de Dios para transformar nuestras vidas y las de los demás.

En Jeremías 29:7, el profeta entrega una palabra sorprendente a los israelitas exiliados en Babilonia:

"Busquen el bienestar de la ciudad a la que los he llevado en el destierro, y pidan al Señor por ella, porque el bienestar de ustedes depende del bienestar de la ciudad."

En lugar de aislarse o resistirse a su nueva realidad, el pueblo de Dios fue instruido a orar por el bienestar de la ciudaddonde ahora vivían, incluso si era una tierra extraña y hostil. Su prosperidad estaba ligada a la prosperidad de su entorno. Esta instrucción revela una verdad profunda: la oración tiene un poder transformador no solo en las personas, sino también en las comunidades enteras.

Estas palabras antiguas siguen siendo relevantes hoy. En tiempos de pérdida, incertidumbre o transición, los creyentes somos llamados a la resiliencia, la unidad y la fe inquebrantable. Así como los israelitas lamentaron la pérdida de su patria y su templo, o la Iglesia primitiva enfrentó persecuciones, nosotros también enfrentamos desafíos que ponen a prueba nuestra fe. Hoy, cuando perdemos lugares sagrados o somos desplazados, somos invitados a orar por la paz, la esperanza y la prosperidad en nuestras nuevas circunstancias.

En Emmanuel Anglican Church, tras la pérdida de la Catedral de St. James, hemos encontrado un nuevo hogar para adorar. Emmanuel se ha convertido no solo en un lugar, sino en un símbolo de la fidelidad de Dios. Como Jesús nos recuerda:

"Porque donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos." (Mateo 18:20)

Los espacios físicos son importantes, pero la verdadera Iglesia vive en el pueblo de Dios reunido. A través de la oración persistente, buscando y confiando en Dios (Mateo 7:7-8), seguimos edificando el Reino de Dios aquí y ahora.

En los tiempos de cambio, la oración sigue siendo nuestro fundamento: nos guía, nos une y fortalece nuestra fe. Sigamos orando por nuestra ciudad, p



or nuestros vecinos, y por la paz y la prosperidad del lugar donde Dios nos ha plantado. Confiemos en Su fidelidad inquebrantable, porque Él siempre está con nosotros.

 
 
 

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